jueves, marzo 09, 2017

La colonización de otros planetas


Hoy he descubierto una noticia (ver fuente [1]) en la prensa que habla sobre crear un campo magnético sobre Marte para que recupere sus mares colocando un dipolo magnético en el punto Mars L1 Lagrange (ver fuente [2]), y he recordado un fragmento de un libro que leí hace tiempo que hablaba de otra solución para lograr la colonización de Marte.

He buscado un poco para poder encontrar algo referente al tema y he visto esto en la Wikipedia (ver fuente [3]):
Carl Sagan, astrónomo y divulgador científico, propuso aplicar la ingeniería planetaria a Venus en un artículo publicado en la revista Science 1961 y titulado "The Planet Venus". Sagan imaginó plantar la atmósfera de Venus con algas, que absorberían el dióxido de carbono y reducirían el efecto invernadero hasta que la temperatura de la superficie cayese a niveles confortables. Posteriores descubrimientos sobre las condiciones de Venus hicieron este enfoque imposible. El estudio reflejaba que el planeta tiene demasiada atmósfera que procesar y fijar; e incluso si las algas atmosféricas pudieran prosperar en el ambiente árido y hostil de la alta atmósfera de Venus, todo el carbono que se fijara en forma orgánica sería liberado como dióxido de carbono tan pronto como cayera a las calientes regiones inferiores.

Realmente, lo que recuerdo del libro era lo siguiente: Desde La Tierra se construirían sondas repletas de un tipo de algas que se reproducían a un ritmo muy alto. Mediante envíos periódicos de estas sondas, que se estrellaban en su superficie, se lograba crear un pequeño ecosistema que crecería exponencialmente, consumiendo grandes cantidades de CO2 y aumentando el nivel de oxígeno de forma progresiva. El objetivo general sería el mismo: conseguir un mejor grado de habitabilidad en un planeta hostil.

He conseguido recordar que el libro pertenecía a la colección Biblioteca Fundamental de Nuestro Tiempo, publicada por Alianza Editorial. He encontrado una lista de la colección completa, y el libro que leí se llama Los próximos 10.000 años: el futuro del hombre en el Universo , cuyo autor es Adrian Berry.

Pues rastreando un poco he encontrado un artículo de El País de 1976 con el título Haciendo llover en el infierno(ver fuente [4]). Los actores principales son Venus y las algas azulverdosas, un tipo de algas primigenias muy resistentes. Desde mi punto de vista, encontrarme este fragmento del libro nuevamente para mí ha sido un enorme descubrimiento: me impactó cuando lo leí y me ha vuelto a impactar al releerlo años después. El artículo empieza así:

Desmantelar planetas, reorganizar galaxias enteras y aumentar la riqueza humana en un billón por cien dejará algún día. de ser una ficción. La realidad es a veces más fantástica que la propia fantasía. Los próximos diez mil años, cuya publicación extractada iniciamos hoy, con permiso de Alianza Editorial, no es una obra de ciencia-ficción, aunque se lea como tal, sino de divulgación científica. Su autor, Adrian Berry es miembro de la Real Sociedad Astronómica inglesa. 
Pasarán muchos años antes de que una misión de este tipo se ejecute, pero me resulta sorprendente este tipo de noticias desde el punto de vista práctico. De la misma forma que hace unos años era impensable soñar en  una nave se posara sobre la superficie de un cometa, para que ahora este tipo de noticias ya no pertenecen tanto a la ciencia ficción.

Por último, he encontrado casi al terminar esta entrada una reseña al libro en otro blog (ver fuente [5]) donde se habla del contexto del libro. A mí personalmente me ha gustado bastante, y recomiendo también su lectura si te interesa el tema. Pero si estás interesado en leer el libro, es posible que no te interese por contener opiniones sobre el contenido del mismo.

Fuentes:
[1] www.elmundo.es
[2] Puntos de Langrange
[3] Terratransformación científica .Wikipedia
[4] Haciendo llover en el infierno, de Adrian Berry (1976). El País.
[5] Adrian Berry: Los próximos diez mil años (2007).  Blog Ciencia y Cultura.  Ciencia y cultura humanística.

domingo, marzo 05, 2017

El fracaso de Europa

Estamos viendo y oyendo noticias de lo que ocurre con los inmigrantes provenientes del continente africano. Un día fallecen cientos de inmigrantes en una ruta. Otro día fallecen en otra ruta alternativa. Todos mueren. Algunos consiguen llegar a las orillas de esta Europa, y ya en ella, los confinan en enormes campamentos que recuerdan otras épocas. Otros consiguen salir de esos campamentos, pero siempre serán refugiados. Etiquetados siempre.

Buscan un nuevo horizonte, lejos del horror de la guerra, de la pobreza, de la corrupción de su entorno. Algunos niños viajan solos, sin ningún acompañante. Sus familias lo envían en busca de familiares alojados ya en esta Europa que no se reconoce a sí misma.

Hoy, mañana y creo que para siempre queden en nuestra memoria esas imágenes y relatos que hoy, ya casi acostumbrados a oír, ya no perturban hoy nuestra conciencia. En algún momento de nuestras vidas, esas imágenes volverán a primer plano y nos estremeceremos como ahora vemos las imágenes de la II Guerra Mundial y los crímenes de guerra cometidos por los nazis. Y nos preguntaremos qué hemos hecho para evitarlo: pero ya será demasiado tarde.

Cuando la Unión Europea nacía en base a diferentes tratados, el espíritu de los políticos de aquel momento queda muy lejos del espíritu de los políticos actuales. La altura de miras ha bajado tanto que usar el adjetivo altura es errar demasiado. Políticos mediocres, preocupados por globos sondas enviados por sus periódicos palmeros: unos opinando a favor, otros opinando en contra, pero en la suma modificando nuestras opiniones y desviando la atención sobre lo que realmente importa: las personas. Sobreinformados, pero desinformados. Tan globalizados como dicen, pero especialmente localizados en nuestros propios problemas. Curioso relativismo.

Considero en mi opinión que los medios, al hablar desde el concepto de refugiado, hace invisible a esas tragedias personales de cada una de esas personas que huyen con la intención de mejorar su situación. ¿Qué recuerdos podría tener un niño que huye de la guerra en su país, y que al llegar a esa Europa en la que ansía vivir, le cierran la puerta de la ilusión y vive hacinado en un descampado con miles de semejantes?

Esto son sólo palabras y no llevan a ningún sitio. Ojalá las cosas cambien.