Cuántas veces nos hemos asfixiado en una presión auto-impuesta, creyendo que un tema era lo más determinante del momento.
Pues no.
Con el tiempo, las prioridades se asientan, y al final sólo nos queda lo importante: la razón por la que te levantas todos los días, aguantas lo indecible y mantienes el pulso firme, esperando que en algún momento, todo cambie.
O quizás no cambie nunca, y tampoco cambiemos, y mantengamos ese pulso constante que nos mantiene en la cresta de la ola.
Efectivamente, creo que lo que hoy es importante, mañana no lo será.
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